Hasta el más zorril tiene sentimientos
Habían pasado ya
muchos meses desde el “Forever Niño”,
todo estaba muy superado, luego de una jugada de él yo le pegué la estocada
final y nunca más hablamos ni me lo he topado. Durante todo este tiempo me he
dedicado a intentar toparme nuevamente con alguien que pueda llegar más allá
del sexo, pero a pesar de sumar varias víctimas a mi lista, sólo han sido eso,
el revolcón del rato, personas que tienen sus vidas demasiado ocupadas como
para ocuparse de lo afectivo o bien, me han parecido tan poco interesantes que
ni el intento he querido hacer.
Bien, por otra parte,
siento que he crecido un montón, no me he sentido triste, no he dudado de mí ni
de lo que quiero, sé dar un paso al lado con mayor facilidad que antes, no me
complico; sólo sé que he aprendido a relajarme y disfrutar la vida, que es muy
linda como para sufrir siempre.
Siento, también, que
he cultivado mis aptitudes como amante, como todo buen capricorniano soy
estudioso, meticuloso y muy perseverante. He averiguado con detalles las cosas
que a mis víctimas más le gustan, desde que los traten con rudeza hasta que les
besen con suavidad el lóbulo de la oreja. Todo esto se ha traducido en un buen
número de hombres que me han buscado nuevamente queriendo repetir alguna sesión
o incluso, semi enamorándose. De ellos, sólo a algunos he querido ver
nuevamente y seguir cogiéndomelos, hasta que por alguna razón me desmotivan y
corto por lo sano.
Pero llegó alguien
que me derrumbó el escenario, se llama Felipe, inicialmente coordinamos para
juntarnos a follar, como todos los otros. Había tenido una noche sexualmente
mala con otro tipo, que ni para final feliz me alcanzó, así que en búsqueda de
mi revancha, lo encontré. Llegué en la tarde a su casa y lo primero que me
llamó la atención fue su forma de desembolverse, carismático y sencillo, con
una sonrisa encantadora.
Lo sexual fue
grandioso, lo pasé muy bien, me sentí muy cómodo, – él, ni que decirlo – pero lo
que más me marcó fue que luego de la primera vez, me apoyé sobre unos cojines y
él se me acercó, le pasé un brazo por el cuello y lo arrimé junto a mí.
Mientras conversamos de distintas cosas le hacía cariño con mi mano, de repente
le robé un beso y le acaricié el pelo, fue un momento de ternura que se me
escapó, señal inequívoca de que el hombre protector y con sentimientos que considero
que soy, estaba empezando a asomarse.

Por fortuna, luego de
habernos despedido y yo pensar que no sabría más de él, me llegó un mensaje
diciendo que lo había pasado bien y que para la próxima vez que nos viéramos,
ya sabía donde iríamos. Reconozco que me volví loco por poseerlo nuevamente,
por besarlo y hacerle cariño, por conocerlo más y acercarme, pero cresta que
cuesta encontrarse a alguien que por estos tiempos aún quiera darse la
oportunidad de algo serio. Estos días he estado pensando mucho en él, por
circunstancias hemos hablado mediante mensajes y por teléfono (le estoy
asesorando con un tema), pero poco hemos hablado de nosotros, aunque me ha
manifestado las intenciones de acceder a comer conmigo o de invitarme a
cenar en parte de pago.
Sea lo que sea, estoy
dispuesto a correr el riesgo, si pierdo, pues bien, habré de dar un paso al
lado nuevamente, una vez más que lo haga no se va a notar, pero por el
contrario, si a él también le provoqué algo más que una atracción sexual, no
sabe lo que soy capaz de hacer con tal de conquistarlo.