lunes, 30 de junio de 2008

Blue Sensation V

Cambio & Fuera

Llegué corriendo al centro médico, me comunicaron que Francisco había sufrido un accidente, y que, al parecer, no duraría mucho tiempo más, porque estaba hablando solo, mostrando las últimas y poco amables señales de que el final de esta triste etapa quedaría sellada entre el olor y movimiento clínico.
Opté por entrar de inmediato en su habitación, algunas enfermeras y doctores agilizaban sus manos para mantenerlo en ese estado por un tiempo más, no querían dejarlo ir, no podían hacer más que retenerlo sólo un instante cortísimo.
Cuando me acerqué a tomar su mano abrió sorpresivamente sus ojos, llorosos y pequeños como los de un animalito herido, sabiendo que aquella silueta que se posaba a su lado sería la última que podría llevarse en su viaje sin regreso.
El sonido del monitor que contabilizaba sus débiles latidos emitía un desagradable “pip” cada cierto tiempo, mas cuando logré, temeroso de mi actuar, aferrar su mano con la mía, repartió un tortuoso y agónico “pi” que me caló en los oídos tan fuertemente que creí enloquecer.
- Se ha ido, lo sentimos mucho.
Ya no quedaba más que agachar la cabeza y dirigir la vista hacia el piso blanco.
Bien, lo siento mucho, no pude hacer más, todas nuestras conversaciones quedan aquí, inevitablemente se cierra el pacto que alguna vez hicimos, tanto tiempo que desgastamos la relación, tantos intentos de regresar, de olvidar, de deshacernos en batallas inexpugnables, sólo te puedo decir que te quiero, Francisco, te trataré de recordar en todos esos momentos bellos que compartimos caminando juntos…
El camino a casa fue traumático, su mirada se me venía a la mente en un remolino de sensaciones ambiguas, sabía que él ya era parte de un pasado que quedaba paralizado ahora mismo, lo tenía claro, pero no podía hacerme el loco y fingir que este día sería fácil de olvidar, tendría que contarle a Tomás lo que había acontecido – Sí, tengo que confiárselo
Llegué al departamento y le comenté de donde venía, me miró con tanta atención, reflejando en sus ojos tal comprensión, que llegué a enmudecer a ratos, pensando que siempre lo había sabido, o por lo menos, sospechado, no obstante, su intachable conducta lo había mantenido al margen de un asunto que le tocaba muy de cerca, pero que suponía superado por mí.
No se equivocaba, lo superé con obstáculos, fuertes influencias querían derribarme de sopetón, sin embargo, para mí, aunque suene a “maldito infeliz insensible”, debía quedar allí, lejos de mi futuro, sin manchar mi superación.