domingo, 27 de abril de 2008

Seguimos Conectados

Mi Túnel


El camino a través de ese largo pasaje se iba tornando cada vez más monótono, sentía la soledad y la desorientación, tal vez el cansancio luego me pasaría la cuenta y me ganaría la batalla, quizás llegaría a un punto en que no podría cargar más con mi pesada mochila, pero de pronto un rayo de luz penetró por el espeso muro que me separaba del mundo exterior, de ese mundo que yo mismo había decidido apartar de “mi realidad”.
Esa luminiscencia me trajo a la mente cuántas cosas había deseado realizar cuando fui capaz de hacerlas, me llenó de entusiasmo, deseé crear castillos en el aire, pero no podía, yo quería seguir caminando solo, quería que la luz se fuera, sinceramente, ya me estaba cansando de tantos recuerdos, incluso intenté tapar el agujero que difuminaba las tinieblas, sin embargo, la claridad, según yo, iba ganando terreno, por lo que decidí apurar el paso.
Pasó un tiempo y quise sentarme a descansar. Reviví una vez más esos lindos recuerdos hace poco removidos, creí que mi felicidad estaba depositaba en ellos, que algún día tendría que enfrentar mis miedos, dejarlos ir era lo que menos me ayudaría, tenía que sanar mis llagas, mitigar mi inmenso dolor, pero para ello debía encontrar a cada una de esas personas a las cuales había esparcido por el túnel, muy por el contrario, no sabía cuán lejos había llegado, tampoco tenía el conocimiento sobre el paradero de aquellas personas, y mucho menos la orientación.
Por lo tanto escogí el camino más fácil, seguir caminando, claro, eso me ahorraría el problema de devolverme y quizás encontrar sólo sus cenizas, “para qué retroceder…” – pensé – “…si al fin y al cabo, lo hecho, hecho está, y muy bien por lo demás”. ¿Hasta dónde podría llegar pensando así, acaso no notaba que algo aún no andaba bien? – Me interrogué por un rato – No, está perfecto, esa gente ya quedó en el pasado. Di un paso en falso y caí al suelo.
Sentí que me elevaba, pequeñas manitos me tomaban de la poca ropa que llevaba encima, sentí un raro estremecimiento, la cálida sensación me gustaba, - recordé sus manos, recordé su temblor, sus suaves manos que hace tanto no sentía, ¿qué sería de él, dónde estaría, con quién, se habrá ido lejos? Traté de filtrar, de eliminar parejamente las capturas que en esos momentos estaba viendo, no obstante, los deseos de verlo crecieron, me estaba desesperando la oscuridad, sentí miedo de no tocarlo otra vez, ¿qué estaba haciendo yo ahí, cómo había caído tan lejos? – Escuché su voz – era un pequeño eco bajo el agua – Sentí su olor – una fragancia casi inodora – Sentí su presencia – una presencia envolvente, nerviosa, casi efímera – Capté su color, ya casi borroso, incoloro … Tanto sentí que me confundí, quise huir, rápido, en cualquier dirección, no sabía exactamente qué me atrapaba, tampoco quería que aquello terminara allí, por mí me hubiese quedado así por una eternidad, pero de pronto el porrazo fue grande, quedé en el mismo lugar en donde estaba, la oscuridad, el olor a humedad, el lugar vacío, incluso la muerte ahora me rondaba desde más cerca.
Me levanté y decidí seguir – pero… Oh! ¿Qué era eso? – Él, casi igual al día en que lo vi por última vez, pero… no estaba solo, en un principio creí que estaba viendo mal, pero no, efectivamente caminaba graciosamente de la mano de otro, me molesté, no quise verlo más, pateé cuantas piedras podrían haber cerca, corrí en sentido contrario, quise que la luz me cegara para no recibir el ácido brebaje en los ojos, no quería por nada seguir viendo aquello, hasta que me acostumbré a que esa vista era parte de mi realidad, no la podría suprimir.
Otro día, me pasó algo semejante, una corriente me invadió, sentí el sufrimiento del que me había despojado, recordé su llanto, su fragilidad, pensé en su inocencia, en su calidez, en el brillo de sus ojos, qué hermoso era tener memoria para ello, pero una vez más desaparecieron los recuerdos…
Desperté tumbado boca arriba, y él nuevamente caminaba acompañado, eso sí, existía una gran diferencia, este tipo tenía un semblante distinto al otro, lo podía percibir de otro modo, sin embargo, mi razón de caminar, mi escapatoria a ese túnel mantenía la expresión extraña, como si quisiera algo con todo su ser, pero que una espina le clavara… entonces recién ahí entendí, qué mal, tan hondo calé y qué tan profundo caló él en mí.
Ambos estábamos en distintas situaciones, yo aún me encontraba sumergido entre sueños, promesas y la arena de los castillos flotantes, pero él intentaba retomar el vuelo – arrancaba o renacía – una de las dos opciones describía perfectamente su actuación.
Lo que yo hice fue cerrar los ojos y pensar que si algún día él decidía tomar mi mano para guiarme a través de la oscuridad y seguir su camino, sabría cómo llegar hasta mí, siempre tendría un modo de hallarme, pero si no, bien, quizás otro podría librarme de vivir en las sombras de un túnel ancho, profundo y eterno – aunque la última vez que entré en él noté que describía un movimiento circular y que salir de allí no era tarea fácil.

Por eso creo que todavía camino sobre mis propios pasos...
Por eso creo que esa mochila imaginaria que creé aún sigue en mis hombros esperando que alguien me ayude a cargarla...
La mochila es la representación directa de una ilusión que permanece despierta, pero que nadie se atreve a espantar...