sábado, 27 de enero de 2007

Suiza

Odisea Europea

Antes Que Todo, Me Gustaría Agradecerle A Mi Amigo Y Compañero "Tokoko", Alias "Pinky", Quien Me Facilitó Las Dos Últimas Photos, Que Fueron Enviadas Por Su Prima Desde Suiza.
Gracias Wn! =)


Salí del país hace un año, terminé de estudiar y con Álvaro estamos en esta hermosa tierra, Berna, capital de Suiza.
Desde acá les escribo para contarles lo que ha sido de nosotros durante este largo período de ausencia. Partiré desde que les dimos el comunicado a los nuestros.

Con la sorpresiva partida, nuestras familias quedaron boquiabiertas y entristecidas, pero no les quedó otro remedio que asimilar nuestro viaje, ya que no les daríamos ningún crédito ni mayor trascendencia a lo que ellas pudieran opinar al respecto, la decisión ya estaba tomada, partiríamos a Suiza a fin de mes, aunque le disgustase a quien fuere.
Por un lado, estaba la familia de él, como siempre lo dije, no me querían ni ver, por lo que solamente les dimos el aviso, y por otra, mi familia, mi hermana ya no estaba - se cumplirían un poco más de 4 años desde que había fallecido en un accidente de avión – Mis padres nos felicitaron por nuestro nuevo proyecto y mis hermanos también se alegraron de saber que mi espíritu emprendedor por fin comenzaba a actuar y a demostrar mi evolución.

El día del viaje, ambas familias nos fueron a despedir al aeropuerto, lo que me pareció sorprendente – nunca pensé que mis “suegros” fueran capaces de guardarse su orgullo en el bolsillo e ir a decirle “adiós” aunque sólo fuese a su hijo - por más que me traté de guardar las lágrimas, en el momento de abordar el avión no pude más y exploté en un mar de emotivas y claras perlas saladas, las que acompañadas por largos suspiros, dieron el puntapié inicial a una nueva vida, a una travesía a la que todavía no damos término.
Antes de despegar, el pánico se apoderó de mí - el accidente de mi hermana aún latía en mi memoria, evocando aquella época en la que ella había partido de la misma manera a un destino inesperado – Sin embargo, esta engorrosa situación pasó rápidamente y nos dio motivos para conversar y planificar nuestro arribo a Suiza, entre otras cosas.
En el momento de nuestra llegada, la nieve comenzaba a cubrir delicadamente el empedrado y las tranquilas calles de Berna se encargaban de remembrarnos aquellas imágenes que sólo podíamos ver en películas estadounidenses, sin dejar de lado el misticismo que la nieve nos entregaba, el cual nos mantuvo pensativos durante todo el trayecto a nuestra nueva residencia.

Al poner el primer pie en la entrada de la casa, sentí una enorme alegría por haber logrado algo muy importante y significativo, obviamente, estar con quien tú más quieres, le da un notorio complemento, que sin lugar a dudas, en mi caso, me hacía más feliz, ya que de alguna manera este nuevo proyecto era una hazaña conjunta entre Álvaro y yo.
A medida que vamos acostumbrándonos a las características propias de Europa, conocemos sus más bellas atracciones.
El otro día fuimos a almorzar a Ginebra [otra ciudad] y nos sentamos largo rato en frente del “Chorro de Agua” o le Jet d'eau, que ya empezaba a funcionar moderadamente, ya que corría un viento fuertísimo.

A eso de las cinco de la tarde decidimos devolvernos a casa, tomamos el tranvía y nos dispusimos a pensar en lo que podríamos hacer de entretenido en un día tan frío - porque sinceramente, salir con esa introducción al temporal, no era precisamente una muy buena opción – vimos la posibilidad de invitar a algunos amigos [que otro día describiré detalladamente], pero concordamos en que lo mejor sería quedarnos solos en casa.
Ahora que me detengo a mirar por la ventana, noto que la nieve se apodera del pasto y que los indicios de su poderío - intrínseco de la nieve [cuando quiere causa desmanes gigantescos] - me empiezan a llamar la atención, puesto que en Chile jamás se puede ver un efecto como este.