sábado, 11 de diciembre de 2010

Una Verdadera Mentira II

Todos querían ser Batman, menos yo.

 Martín es un tipo usualmente desagradable, despectivo. Camina desafiando al viento, como si tuvieran una batalla pendiente que librar cada vez que se topan. Le encanta hacerlo.
Goza con nimiedades como ver a la gente tropezar (si luego se caen, doble ración de diversión para él), muchas veces siquiera tiene reparos en actuar de forma discreta, no le gusta disimular. El cinismo está dentro de su lista de pecados jamás justificables, aunque sabe actuar muy bien; quizás sea por eso que un gran número de personas lo encuentran un tonto, no sabe mentirse.

Por lo general no tiene problemas con ser el malo de la telenovela, el ojo de la crítica no lo sobrepasa ni menos a sus ánimos por contrariar; sus personajes más admirados son los antagonistas, lo que él siempre ha aspirado ser. Dentro de esta intensa búsqueda se ha sentido profundamente identificado con El Acertijo. Le apasionan los retos, el descifrar misterios, realizar investigaciones, las personas enigmáticas son más que una entretención, el misticismos que los rodea le producen una atracción innata.

Otra característica muy particular de Martín es su pragmatismo, no concibe la idea de quedarse dormido en los laureles, él persigue lo que desea, hasta que (generalmente) consigue lo que por tanto se sacrificó y trabajó, sobre todo si son conquistas.
Yo le he dicho que un día llegará un hombre que le hará caer y derrumbará todas las murallas de su inmenso castillo. Él lo sabe, pero no le teme al desacierto, siempre me termina increpando, invalidando mi punto de vista. Si supiera que yo tengo la razón, se daría cuenta de cuan equivocadamente ha actuado su ego.
A veces siento lástima, a veces siento miedo. Estoy indeciso frente a su figura, ambos desapareceríamos si falla, pero por otro lado, seríamos un vector que va en un mismo sentido si me tapa la boca...