viernes, 26 de septiembre de 2008

The Little Things I

Un Nuevo Amanecer

Los pétalos se erguían ya y las copas de los árboles se llenaban de color. La gente caminaba más liberada y las caras de frío ya no se mostraban, al contrario, el jolgorio reinaba.

¿Qué cosa nueva pasaba?
La primavera despuntaba y la nueva etapa amenazaba con comenzar.

Oriel a diario se asomaba para mirar por la ventana y lo único que veía era un paisaje fome y sin gracia, pero llegó el día en que se asomó y disfrutó con cada rayo de Sol que le bañaba la cara con un nuevo eslogan:
"Bienvenida estación, sólo por pocos meses, lleve y goce ya"

Miró su cama, desolada, tentadora, pero solitaria.
¿Cómo la lleno si ya no estás, amor mío?

Un invierno duro y golpeador había precedido con un conjunto de malos ratos, esto ya pintaba para tragedia Griega, nada resultaba gratificante ni mucho menos conciliador, cada meta que se proponía no terminaba saliendo como lo planeaba, la situación cúlmine que rebasaba el vaso: la muerte de Antonio.

Hace días que había ido al entierro y a la ceremonia de despedida, pero aún sentía que algo quedaba por hacer, eran pareja desde hace tres año más menos, tenían muchas aventuras y experiencias compartidas que eran difíciles de sobrellevar, pero él no quería rendirse frente a esto, no, para nada, ¿Antonio habría querido que se rindiera así en el camino? - No, definitivamente no lo querría, así que por él (y por sí mismo, obvio), debía caminar por ese sendero que se llamaba vida terrenal y cargar con eso: los recuerdos.

Claro, los recuerdos son eso, pasajes de tu vida, y listo, aprende a vivir con ellos y da paso a nuevas aventuras, eso debes hacer.
Es que, doctor, para usted es tan fácil decirlo, para todo aquel que está mirando como espectador se ve así, realmente, pero para uno que está en los zapatos, como víctima afligida, no es lo mismo, entiéndame un poco, por lo menos.
Sí, tienes razón en ello, pero no puedes detenerte y quedarte estancado, él no volverá, debes tenerlo claro, aún no encontramos una herramienta factible para derrotar a la muerte - decía el psiquiatra con tono socarrón, tratando de ironizar y bajarle el perfil, mientras aparecía una sonrisita burlona en su comisura labial.
(Viejo de mierda)
(¿Qué cree, que esta wea es una tira cómica de Mafalda?)


Así fue como decidió no ir nunca más a contarle sus problemas al doctor Ramírez. ¿Para qué perder el tiempo, cierto, si todo eso que escuchaba ya lo sabía?
Y aunque cuando llegó a la casa y
prendió la radio sonaban los versos:

"...And now you've disappeared somewhere
Like outer space
You've found some better place ..."

quiso salir adelante y pensó en darle un giro positivista a su mala racha, porque sabía que si él lo quería, lograría lo que planeaba.