domingo, 30 de mayo de 2010

Confesiones En La Barra V

Cautivante

Me dirijo a la barra, ahí está Gustavo, como siempre esperándome; en el instante en que me ve toma un vaso y sabe lo que tiene que prepararme: "lo de siempre".

Es extraño, hoy quiero desahogarme con él, contarle sobre mi estado, pero no por Cristóbal, sino por Agustín, mi compañero de trabajo, el más cercano que tengo, un muy buen amigo, por cierto.

Tengo malas noticias, me gusta mi compañero de trabajo, el Agustín, ¿te acuerdas de él? - le pregunto con un poco de timidez.
Asiente con la cabeza, tratando de formar su imagen en la mente. Al rato me dice "ah, ese hueón que yo pensé que era fleto, pero que me tuviste que aclarar que no era?".
 
Con una sonrisa un tanto burlona y tristona le digo que sí, que es a él a quien me refiero.
Bueno, eso me pasa, - sigo diciendo - hace días que ando medio volado, me cuesta un tanto separar las cosas, por más que sé y tengo presente que las cosas no van por ese lado, algo me atrae de él. No es siquiera su apariencia, más bien me cautiva su personalidad, su preocupación por mí, sus ganas de compartir.

Perrito, - me dice Gustavo - cagaste, te metiste en las patas del caballo y ahora tú solito vas a tener que ingeniártelas para salir de ahí. Además no sé qué tanto reclamas, si tienes a tu tortolito al lado, no entiendo por qué este famoso Agustín te mueve tanto el piso, si ya tienes pierna en la casa.
Puta, hueón, sí sé, pero ¿cómo chucha hago para dejar de lado todo este mariconeo inútil que me estoy pegando si a veces me canso de ser el loco rígido y fuerte, al que no le entran balas?; Yo también quiero sentirme protegido por alguien y eso es lo que exactamente me pasa con él, me siento acompañado, entendido; con esto no quiero decir que el Cristóbal no me apoye y sea comprensivo, pero es algo nuevo, ¿te fijay?

Ya, basta, no seas niñita, tómate tu hueá y ándate a dormir, por último llama a tu maraco y dile que se junten, no sé, cocinen juntos y ve si se te pasa, en una de esas te terminas entusiasmando y te toca fogón; a todo esto no te preocupes, la casa invita.


sábado, 8 de mayo de 2010

Confesiones En La Barra IV

Entre El Espectáculo y Las Sombras
 
No he visto a Gustavo, no he hablado con Cristóbal, aunque seguimos saliendo, tratando de controlar mi animal interno, el que siempre termina apoderándose de mi "yo completo", es en él en quien muchas veces descanso y encuentro una salida.

Hoy, para mí, es un día de esos en que no quieres nada, te sientes superado por la rutina, no sabes de donde eres ni a donde perteneces, un momento en el que sólo quieres disfrutar de un trago, en un local desconocido, solo, mirando al resto.

Es muy raro que me sienta desorientado, pero últimamente las cosas no han pintado muy bien, siento que estoy en un lugar que no me pertenece, con muy poca gente que considero "propia", con la cual puedo actuar naturalmente, sin necesidad de censurarme. Es extraño, esta sensación de enajenación es tan poco usual que tampoco entiendo muy bien como haré para neutralizarla.

A veces he llegado a pensar que mi actual estado se terminará luego, que soy yo el que tiene la llave para decir "hasta aquí nomás llego yo", aunque me empecino en que no termine cediendo frente a la amenazante idea de dejar las cosas botadas y decantar por lo que me está llamando, lo que me hace señas de lejos.

También me he dado cuenta que hábitos que tenía los he dejado de lado, mientras que otros los he adquirido paulatinamente, haciéndome sentir bien, un poco más completo, satisfecho, y la verdad es que no sé hasta cuando seguiré actuando como el ciego que no quiere ver, como el tipo perseverante que no manda las cosas a la cresta por el miedo a fracasar.
Quizás sea yo quien ahora deba volver a preguntarse:
"¿Quieres correr el riesgo?" y saber también hasta donde llegaría por correrlo.

Se baja el telón, el cuarto acto llegó a su fin.