Cautivante
Me dirijo a la barra, ahí está Gustavo, como siempre esperándome; en el instante en que me ve toma un vaso y sabe lo que tiene que prepararme: "lo de siempre".
Es extraño, hoy quiero desahogarme con él, contarle sobre mi estado, pero no por Cristóbal, sino por Agustín, mi compañero de trabajo, el más cercano que tengo, un muy buen amigo, por cierto.
Tengo malas noticias, me gusta mi compañero de trabajo, el Agustín, ¿te acuerdas de él? - le pregunto con un poco de timidez.
Asiente con la cabeza, tratando de formar su imagen en la mente. Al rato me dice "ah, ese hueón que yo pensé que era fleto, pero que me tuviste que aclarar que no era?".
Bueno, eso me pasa, - sigo diciendo - hace días que ando medio volado, me cuesta un tanto separar las cosas, por más que sé y tengo presente que las cosas no van por ese lado, algo me atrae de él. No es siquiera su apariencia, más bien me cautiva su personalidad, su preocupación por mí, sus ganas de compartir.
Perrito, - me dice Gustavo - cagaste, te metiste en las patas del caballo y ahora tú solito vas a tener que ingeniártelas para salir de ahí. Además no sé qué tanto reclamas, si tienes a tu tortolito al lado, no entiendo por qué este famoso Agustín te mueve tanto el piso, si ya tienes pierna en la casa.
Puta, hueón, sí sé, pero ¿cómo chucha hago para dejar de lado todo este mariconeo inútil que me estoy pegando si a veces me canso de ser el loco rígido y fuerte, al que no le entran balas?; Yo también quiero sentirme protegido por alguien y eso es lo que exactamente me pasa con él, me siento acompañado, entendido; con esto no quiero decir que el Cristóbal no me apoye y sea comprensivo, pero es algo nuevo, ¿te fijay?
Ya, basta, no seas niñita, tómate tu hueá y ándate a dormir, por último llama a tu maraco y dile que se junten, no sé, cocinen juntos y ve si se te pasa, en una de esas te terminas entusiasmando y te toca fogón; a todo esto no te preocupes, la casa invita.
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