El neurótico pololeable
El estilo de tirar con uno y otro me empezó a parecer insípido, toda la adrenalina de sentirse un semental bruto y desalmado parecía ya haber superado el umbral de bienestar, ahora necesitaba conquistar a alguien para algo real, sentir al mismo tiempo deseo y apego por mi persona especial, compartir mi vida y mi cama de modo que sólo quisiera estar con él y no tuviera el temor de cambiarle el nombre por accidente a la víctima de turno. Como dirían las princesas Disney "quería hacer el amor".
Fue por ese entonces cuando contacté a un chico con el cual la dinámica resultó distinta, hablamos toda una tarde por chat, luego intercambiamos teléfonos, hablamos por WhatsApp a diario, porque él era muy presente y fue la tercera cosa que me atrajo de él (la primera fue su sonrisa y segundo su fogosidad), considerando que con todos los anteriores sólo habíamos hablado para coordinar lugar, hora y día.
Durante este corto tiempo (cuatro o cinco días) en los que conversábamos y nos contábamos cosas, empecé a mirarlo con otros ojos, como alguna vez me habían dicho a mí, lo había "humanizado" y ya no sabía si follar con él. A pesar de esto, seguí el plan, lo fui a buscar a su universidad, me lo traje a la casa y tuvimos rico sexo durante la mañana y parte de la tarde, en una sesión larguísima que ninguno de los dos podía creer. El tiempo se nos había pasado volando sin siquiera darnos cuenta.
Luego de esta gratificante experiencia le confesé - con algo de temor - que lo miraba con ojos genuinos, que me gustaría salir y no sólo limitarnos a mi dormitorio, cosa que, muy inesperadamente, él dijo compartir. Salimos esa misma semana a tomar té y comer a Lastarria, conversamos, nos confiamos cosas y detalles de nuestras vidas, caminamos por un parque para terminar besándonos cálidamente en un asiento de por ahí, entre abrazados y tomados de las manos para pasar el frío. Todo parecía ir creciendo, hasta que empezó a dar muestras de inestabilidad emocional, aludiendo problemas con su ex - un asunto que parecía no estar completamente resuelto - en los cuales se desquitaba conmigo y me reclamaba por cosas que yo no entendía.
Llegó un momento en que el nivel de estrés por intentar llevar una relación de forma tranquila y más afectuosa me superó, él se mostró enfocado en que lo hiciera gritar y a ratos parecía no importarle nada más que esa cara de lo que estábamos buscando construir. Fue así como me repetí varias veces "aléjate, es un pendejo cacho" y así lo hice, me fui y dejé de pretender ser el superhéroe.