martes, 8 de marzo de 2016

A un año de la última actualización

Habíamos olvidado cómo querernos

¿Se han fijado que a veces nos vemos forzados a cambiar, a plantarnos frente a la vida de otra forma? Con el pasar del tiempo y dada mi naturaleza melancólica, lo pasé muy mal, solía repasar muchas situaciones, intentando explicar todo bajo una atmósfera de lógica infinita, cuando muy por el contrario, la vida muchas veces no es lógica. Quizás cuando cambié mi forma de vivirla, aprendí a disfrutarla, a vivir momentos de adrenalina, de pasión por diversas cosas, aprendí que no todo es lógico y que no todo lo ilógico es sinónimo de malos momentos. Rendirse a la espontaneidad para mí implicaba dar mi brazo a torcer, sentir que perdía, que las cosas efecivamente no iban a resultar del modo en que yo lo había planeado. A fin de cuentas: ¿qué tal si así estaba mucho mejor? 

Con varios me pasó que dejé las cosas fluir lo más que se pudo, pero a más de alguno igual terminé descartándolo porque sentí que jugaba en varios lados. Ya, que yo soy galán, lo soy, pero nunca falseando, siempre de una línea. Y claro, si desde que adopté esta forma relajada de relacionarme, de igual modo no pude cambiar mi naturaleza, no pude dejar de ser directo y dejar las reglas del juego siempre claras: "Si esto es algo netamente casual, de cama, de entretención, bien, disfrutémoslo juntos, pero si me pintas que quieres salir, conocerme, pues bien, hazlo, no me cuentes un cuento". Esa era mi frase de cabecera. Yo no estaba para perder el tiempo. Desgraciadamente creo que la gente tiene miedo - quizás la intimido -, se hace la huevona y de igual forma termina no llamándote o te deja de escribir simplemente. Eso a mí me aburre, no me va el no tener las pelotas de decir "algo de ti no me tinca, prefiero seguir como amigos". ¿Se supone que luego de eso me voy a lanzar a llorar? Al contrario, admiraría a quien me lo dijera.

Luego de mucho divagar, de volver a mis andanzas libertarias, de no intentar siquiera querer a alguien, pues todos terminaban actuando igual - ya sea porque estaban despechados, porque piensan que es mejor pasarla bien estando solos o porque en realidad creen que lo mejor es meterse con uno y otro, sin compromisos - me di cuenta de algo que me sacudió. Siempre he pregonado el amor propio que me tengo, la seguridad con que me planto en la vida y el amor que tengo guardado en algún lado para ese otro, para mi ser especial, pero una vez que apareció alguien "escogible", uno a uno los terminé despachando. Siempre había algo que no me gustaba, que me fastidiaba de sólo pensar que tendría que lidiar con eso. En gran parte eso lo adquirí en mi época de "tomar y llevar", porque yo cazaba, cobraba víctimas como si estuviera comprando mercadería en el supermercado, porque en cada one night stand esas fallas no las notaba, en un par de horas juntos no tenía que bancarme los defectos, eventualmente la solución más fácil era vestirse e irse. Y bueno, un día desperté y pensé "déjate de huevear, si quieres algo estable, tienes que aprender a convivir con los defectos, con que no sean totalmente como te gustan físicamente, que no sea brillante ni que sea letrado, que no sea 100% ese ser especial que durante años has esculpido en tu cabeza". Y es que en esa frase todo cobra sentido, en parte, con ese actuar exigente, poco tolerante, también habíamos olvidado como querernos, habíamos renegado de lo importante que nos resulta compartir el tiempo con nuestro alguien especial, sentirnos apoyados, deseados, admirados.

martes, 17 de marzo de 2015

Certain People I've Known X

Hasta el más zorril tiene sentimientos
 
Habían pasado ya muchos meses desde el “Forever Niño”, todo estaba muy superado, luego de una jugada de él yo le pegué la estocada final y nunca más hablamos ni me lo he topado. Durante todo este tiempo me he dedicado a intentar toparme nuevamente con alguien que pueda llegar más allá del sexo, pero a pesar de sumar varias víctimas a mi lista, sólo han sido eso, el revolcón del rato, personas que tienen sus vidas demasiado ocupadas como para ocuparse de lo afectivo o bien, me han parecido tan poco interesantes que ni el intento he querido hacer.


Bien, por otra parte, siento que he crecido un montón, no me he sentido triste, no he dudado de mí ni de lo que quiero, sé dar un paso al lado con mayor facilidad que antes, no me complico; sólo sé que he aprendido a relajarme y disfrutar la vida, que es muy linda como para sufrir siempre.

Siento, también, que he cultivado mis aptitudes como amante, como todo buen capricorniano soy estudioso, meticuloso y muy perseverante. He averiguado con detalles las cosas que a mis víctimas más le gustan, desde que los traten con rudeza hasta que les besen con suavidad el lóbulo de la oreja. Todo esto se ha traducido en un buen número de hombres que me han buscado nuevamente queriendo repetir alguna sesión o incluso, semi enamorándose. De ellos, sólo a algunos he querido ver nuevamente y seguir cogiéndomelos, hasta que por alguna razón me desmotivan y corto por lo sano.

Pero llegó alguien que me derrumbó el escenario, se llama Felipe, inicialmente coordinamos para juntarnos a follar, como todos los otros. Había tenido una noche sexualmente mala con otro tipo, que ni para final feliz me alcanzó, así que en búsqueda de mi revancha, lo encontré. Llegué en la tarde a su casa y lo primero que me llamó la atención fue su forma de desembolverse, carismático y sencillo, con una sonrisa encantadora.

Lo sexual fue grandioso, lo pasé muy bien, me sentí muy cómodo, – él, ni que decirlo – pero lo que más me marcó fue que luego de la primera vez, me apoyé sobre unos cojines y él se me acercó, le pasé un brazo por el cuello y lo arrimé junto a mí. Mientras conversamos de distintas cosas le hacía cariño con mi mano, de repente le robé un beso y le acaricié el pelo, fue un momento de ternura que se me escapó, señal inequívoca de que el hombre protector y con sentimientos que considero que soy, estaba empezando a asomarse.

Luego de la segunda vez yo ya pensaba que quería que me fuera de su departamento, pero me sorprendió al invitarme a que lo acomapañara a comer, porque él no había almorzado, así que bien, cada uno se duchó y salimos a caminar buscando que comer. Luego de un rato mirando edificios, comentando las fachadas y con más hambre que nunca, llegamos a un lugar, me invitó a comer con él y disfrutamos una conversación amena en donde me confió parte de su historia personal. A esa altura yo ya estaba mirándolo con tranquilidad y con unas ganas locas de besarlo en plena calle, pero no, luego de terminar de comer, pasamos a comprar algo que le hacía falta, caminamos varias cuadras y finalmente me dejó en el metro cercano a su casa.

Por fortuna, luego de habernos despedido y yo pensar que no sabría más de él, me llegó un mensaje diciendo que lo había pasado bien y que para la próxima vez que nos viéramos, ya sabía donde iríamos. Reconozco que me volví loco por poseerlo nuevamente, por besarlo y hacerle cariño, por conocerlo más y acercarme, pero cresta que cuesta encontrarse a alguien que por estos tiempos aún quiera darse la oportunidad de algo serio. Estos días he estado pensando mucho en él, por circunstancias hemos hablado mediante mensajes y por teléfono (le estoy asesorando con un tema), pero poco hemos hablado de nosotros, aunque me ha manifestado las intenciones de acceder a comer conmigo o de invitarme a cenar en parte de pago.

Sea lo que sea, estoy dispuesto a correr el riesgo, si pierdo, pues bien, habré de dar un paso al lado nuevamente, una vez más que lo haga no se va a notar, pero por el contrario, si a él también le provoqué algo más que una atracción sexual, no sabe lo que soy capaz de hacer con tal de conquistarlo.
 
 
 

sábado, 1 de noviembre de 2014

Certain People I've Known IX

El adulto "forever niño"

Por la misma fecha en que había vuelto a hablar con mi ex, había conocido a un tipo en una fiesta. Superaba los treinta, era bajito, con cara juvenil y me pareció muy simpático. El problema estaba en que ese día yo estaba muy ebrio y sólo recuerdo algunas cosas que dije e hice. Sé - porque es importante - que lo besé y que él me pidió mi número de teléfono. Luego de ese día conversamos muy de vez en cuando y al cabo de un tiempo lo borré, porque siempre sentí que se le iba la onda, por más que le sugerí que saliéramos tampoco aceptó y yo no voy por la vida rogándole a nadie.

Pasaron dos meses más o menos, cambié mi número de teléfono y justo el último día que mantuve el antiguo teléfono prendido, me saludó, hablamos un poco y le dije que efectivamente dejé de hablarle y que lo había sacado de mi libreta de contactos dada la poca fluidez de nuestra conversación. También le conté la casualidad del cambio de teléfono y la suerte que había tenido de encontrarme. Recuerdo que al día siguiente me llamó por teléfono y hablamos mucho rato, incluso me sugirió que nos reuniéramos, pero pasó algo más de una semana para concretar. Cuando salimos fue muy entretenido conversar, comer, reirnos de tonteras y al final pasé una tarde especial. Al caminar en dirección a separarnos me preguntó si nos veríamos nuevamente, yo respondí que sí, que me interesaría seguir en contacto con él.

Durante la semana que vino salimos seguido, él fue muy propositivo, nos mantuvimos siempre en contacto por texto o por teléfono, cosa que me sorprendió, puesto que esperaba que con la mayor de las suertes, pudiera verlo al fin de semana siguiente. Durante estas salidas conversamos distintas cosas, él mostrándose como alguien sumamente derecho y sincero, sin esconder la sensibilidad que a tantos hombres nos cuesta revelar. Incluso recuerdo que destacó que yo tenía una imagen más madura para alguien de mi edad, que mostraba tener un carácter muy especial y que, a pesar de mostrarme complejo en ciertos aspectos, le parecía atractiva mi personalidad.

Hablando de conocernos, ambos expresamos la idea de no querer hacer el loco ni hacernos perder el tiempo, que en el momento no estábamos saliendo o viendo a nadie más y que preferíamos conocernos de a poco, pero sabiendo donde estábamos parados. Durante las últimas dos veces que nos vimos tuvimos un acercamiento físico rico, pero que finalmente rechacé, porque por mi mente pasaron todas las víctimas anteriores, todas esas personas con las cuales tuve sexo sin sentir nada y salieron uno por uno a recordarme lo banalizado que estaba mi concepto del sexo y el poco valor que en ese momento tenía mi vida afectiva - sexual. Ese día me di cuenta que este tipo era distinto, que yo no quería solamente salir un par de veces, darnos unos besos locos, tirar y pasarlo bien. También me di cuenta que salíamos seguido a comer a lugares del sector Providencia - que no es del todo caro, pero tampoco es tan barato para alguien que está terminando un magíster, sin un trabajo como sustento - así que de una manera muy enredada y torpe (porque me sentía avergonzado e incómodo) le di a entender que teníamos distintos poderes adquisitivos y que esperaba que lo entendiera, puesto que no deseaba que ese tema se transformara en una piedra de tope en el proceso de conocernos.

Pasó esa semana y yo tuve que viajar a Viña del Mar, pero pensé que no por no poder verlo me iba a ausentar o que no iba a querer saber de él, así que intenté mantenerme presente, saludándolo o dándole a entender que estaba ahí. Él se escudó toda la semana que no podía responder mis mensajes ni llamadas, porque tenía mucho trabajo. Aquí vino mi primera caída, sentí que algo andaba mal, según él, todo iba bien, salvo el estrés del trabajo y sus problemas personales. Quedamos de conversar en persona, pero no pudo ser tan pronto como yo quería, así que dejé de hablarle, sentí que siempre estaba yo ahí, buscándolo, demostrándole interés... desaparecí.

Al cabo de unos días, me llamó por teléfono y hablamos, le expresé lo que sentía, pero se disculpó diciendo que estaba lleno de trabajo y que estaba enfermo, que no tenía ánimos de nada, que andaba con poca energía y dormía mal. Yo no sé si seré muy duro de cabeza o qué, pero me pongo en esa situación, hago el intento de entenderlo, pero digo "no, no hay caso, por muy enfermo que yo esté, no me cuesta nada escribirle un mensaje para saber de él, es lo mínimo".

Logramos juntarnos después de dos semanas de no habernos visto las caras y conversamos, se sinceró y me contó en profundidad los problemas familiares que tenía y por primera vez lo vi emocionarse (sin llegar a las lágrimas) y me produjo ternura, tanta ternura, que me dieron unas ganas locas de pararme de la mesa en donde estábamos tomando té y olvidar a todo el mundo que nos pudiera estar mirando, tomarle la mano, abrazarlo y robarle un beso suave, delicado. No pude, no sabía si podía hacerlo. No sé cuales son los límites permitidos, no sé si me puedo poner cariñoso sin espantarlo.

La dinámica se mantuvo así: hablar un día, otro no; mandarle mensajes con propuestas que no respondía, tomar distancia; esperar que él me hablara, hacer el intento de conversar con fluidez. Confieso que esto me produjo una confusión importante, así que le tuve que decir simplemente que me gustaba, que no lo miraba como un amigo al que de vez en cuando le daba besos, que sencillamente él me atraía. Según él, yo también le gusto, que va a tomar este tirón de orejas para hacer mejor las cosas, pero sigo sin entender cómo a alguien que supuestamente te gusta "lo descuidas". 

Luego de eso me invitó al cine, lo pasé súper bien e incluso me vino a dejar a casa. De repente, entre la filosofía y el reflexionar, pienso que quizás esas son sus formas de demostrar su interés, que quizás yo también he ayudado con la barrera del poco acercamiento físico, del no jugármela con pasión en los momentos en que lo tengo en frente para robarle un beso ¡pero puta que quiero acercarme!

Nuevamente intento pensar en la gran cantidad de cosas que pasan por su cabeza, en su edad, en que ya no todo es tan fervoroso como lo fue antes, que quizás existen miedos, que también quiere sentirse querido, pero sigo sintiendo que él hace su vida normalmente, sale con sus amigos, trabaja, hace ejercicio, mientras que en el fondo del saco, de vez en cuando, recuerda que existe este chico que le demuestra su interés, pero que no logra ganar terreno y sólo se aparta.

Te voy a guardar en una cajita,
ni muy grande ni muy pequeña.
En la tapa, con un bonito rótulo,
escribiré que allí yace tu alma
para que cuando te eche de menos
sepa donde encontrarte.


sábado, 13 de septiembre de 2014

Certain People I've Known VIII

Si quieres jugar, jugamos (pero asume)

  Luego de haber salido con mi ex y haber quedado de intentar hacer las cosas bien, la primera semana hablamos bien seguido, me parecía un tipo renovado, consciente de las cosas que antes habían fallado. Pero no todo es siempre miel sobre hojuelas y empezó a ausentarse, volvía a dejarme hablando solo por Whatsapp, tampoco proponía salir, más bien parecía estar en otra. Como soy un hombre que no se anda con rodeos, le mandé un texto exponiéndole mi extrañeza ante su actitud, puesto que si bien él había mencionado seguir conociéndonos, era él el de la idea de ver qué resultaba, no veía interés de parte suya de generar instancias de conversación o de alguna junta en persona. Me dijo que para él las cosas iban bien, que no entendía porqué le estaba "exigiendo atención" si estábamos dejando las cosas fluir, que nunca había querido darme falsas esperanzas y que no se encontraba en posición de aportar a una relación más constituida, porque él estaba focalizado en otras cosas que le impedirían eventualmente responder como un partner a la altura que él consideraba, yo merecía.

Sí, quedé de una pieza, casi petrificado, porque aparte de todo eso, se enojó por haber encontrado desubicado que yo le dijera este tipo de cosas, si recién estábamos recuperando el contacto y a nadie le resultaba cómodo el tema.Pasó un tiempo en el que hablábamos una vez a la semana, por texto, preguntando las mismas cosas de rutina, nada que nos hiciera avanzar, nunca contaba cosas personales, nada más profundo que lo "justo y necesario". Más de una vez expresó sus ganas de querer verme pronto, pero nunca concretamos, porque solíamos proponer panoramas el mismo día o muy encima, cuando ambos teníamos horarios muy distintos y la disposición por parte de él por arreglar su agenda era nula, cosa que me irritaba, por yo ser al revés.

Habrán pasado dos semanas cuando yo ya había decidido dar un paso al lado con él, no tenía sentido alguno intentar algo ahí, él había vuelto haciendo una gran parafernalia cuando muy en el fondo volvió a ser la misma basura a medias tintas que siempre fue, sin poder de decisión, poco determinado, poco sustancial. Es raro que habiendo nacido el mismo día fuéramos personas tan distintas. Entonces de aburrido me metí a Grindr y hablé con algunas personas muy relajadamente, sin llegar a salir con alguno. Un día observé un perfil que estaba cerca de mi casa, que usaba el mismo nombre de él, respondía a sus características físicas (altura, peso, edad) y su foto era poco clara, pero salía mostrando su espalda, la que sin mentir, me pareció conocida.

Entonces lo agregué a mis favoritos y dejé pasar un tiempo hasta que puse una foto de mi bícep para resultarle atractivo físicamente (cosa que con los gays funciona de maravillas)
y le mandé un tímido "hola". Empezamos a hablar, pero yo me hice pasar por otra persona. Él inició la conversación diciendo que le parecía bonita mi foto y preguntó si tenía alguna de mi cara a mano para compartir. Le dije que no guardaba fotos mías en mi móvil, pero que buscaría alguna. Entre tanto hablábamos, yo busqué una foto de un tipo con el que había salido hace poco por si me insistía con el tema. Entonces me armé de valor y le pregunté qué buscaba ahí, si estaba buscando sexo. Me respondió que no, que no buscaba cosas serias ni nada en particular, sólo que no quería pololear ni citas, pero si se le presentaba la oportunidad de "hacer algo entretenido" él estaba dispuesto (aún no sé cómo entender eso). Me preguntó lo mismo a mí y yo le dije que no tenía tiempo para una relación, por lo que se mostró aliviado. Así nos fuimos preguntando qué habíamos estudiado, dónde trabajábamos - yo siempre asumiendo el papel de alguien irreal - mientras que cada vez me daba las respuestas que confirmaban más y más que efectivamente era él. Finalmente me pidió nuevamente una foto, la cual envié. Le pedí una foto, me envió una y claro, era él. Bastardo.

En paralelo, siendo yo, le pedí salir a almorzar, porque nunca nos lográbamos ver y bla bla bla, pero no podía, así que, viendo mi nivel de decepción, me ofreció salir a tomar once por un rato acotado, ya que luego él debía ir a hacer clases a la universidad. Entonces me animé, fui y le expliqué calmadamente que había estado pensado que no tenía ningún futuro seguir hablando o saliendo, que realmente él no ponía de su parte y no mostraba ningún interés, que actuaba como siempre había sido y esta segunda vuelta iba a ser igual de infructífera como la primera. Él no se lo podía creer, me miraba con cara de espanto, anonadado por todo lo que elocuentemente le expliqué.

Pero lo mejor venía ahora, le dije que de alguna forma él era mentiroso, porque siempre se escudaba en que no tenía tiempo por el trabajo y que su falta de interés eran ideas mías. Le dije que había hablado con él a través de la aplicación, haciéndome pasar por otra persona, que había tenido el descaro de decir que no buscaba nada serio mientras que a mí me había propuesto "reconstruir" lo nuestro, viendo como resultaba, que aparte conmigo con suerte hablaba, pero con este hombre atractivo y despreocupado, que le ofrecía algo liviano, se había mostrado muy interesado en hablar. El shock se hizo presente en su rostro y sólo atinó a pedirme que habláramos en otro momento, que debía entrara a trabajar, pero me negué, para mí ese era el fin.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Certain People I've Known VII

Giros, giros y giros

  Todo se había ido al carajo, tras el último chico decidí volver a la normalidad, calmé mis pasiones y me dediqué a equilibrar mi vida. Por ese entonces había dejado de lado todas las aplicaciones, me habían empezado a parecer horribles; hablar con gente que buscaba "amigos" escogiéndolos por si tenían fotos de su cara en sus perfiles (si eran bonitos) o por si vivian en determinada parte de la ciudad ya me parecía lo último. Un absurdo total. Aunque siempre me había parecido un sistema viciado, era suficiente. ¿Acaso había una respuesta a esta actitud tan mezquina de algunas personas de vender un discurso que realmente nunca tuvo sentido o de querer aparentar ser alguien que no eran? Personas buscando "charla" mostrando el culo o queriendo formar amistades indicando su rol sexual... Raro.

Dejando de lado lo anterior, tuve la oportunidad de salir con un par de personas, pero nada quedó muy encaminado; obviamente Ricardo había vuelto en sí y quería una relación estable.
Resultó que mi ex, el mal nacido que alguna vez insinuó muy livianamente que yo lo había contagiado con un Condiloma, me había empezado a buscar por distintos canales: Foursquare, correo electrónico y finalmente por teléfono (que claro, no reconocí hasta luego de contestar). Muy sumiso me habló de lo que había estado pensando, que quería juntarse conmigo, hablar, que se había dado cuenta de algunas cosas, etc. Me pidió reunirnos en unos días, cuando volviera de un viaje que había hecho a su tierra natal: Chiloé. Yo, muy enajenado, le dije que lo pensaría y que no esperara que tras su llamada yo lo buscaría, que en parte, el que había actuado de mala forma había sido él, así que era su turno de ser gente y que si realmente quería que algo funcionara, se la jugara.

Llegó el día en que nos vimos y me confesó que me echaba de menos, que se había dado cuenta que había perdido a alguien importante, que con ayuda había entendido que se había arrancado de una relación con alguien que era muy valioso, que el miedo le había hecho pensar que era mejor vivir en solitario, sin responsabilidades, sin tener que responder como pololo. Me sugirió que viéramos como iban las cosas, que fluyeran y que empezáramos de cero, dejando atrás los errores. Yo acepté, imaginando que todo ese tiempo lejos algo le había enseñado...


jueves, 5 de junio de 2014

Certain People I've Known VI

  El neurótico pololeable

El estilo de tirar con uno y otro me empezó a parecer insípido, toda la adrenalina de sentirse un semental bruto y desalmado parecía ya haber superado el umbral de bienestar, ahora necesitaba conquistar a alguien para algo real, sentir al mismo tiempo deseo y apego por mi persona especial, compartir mi vida y mi cama de modo que sólo quisiera estar con él y no tuviera el temor de cambiarle el nombre por accidente a la víctima de turno. Como dirían las princesas Disney "quería hacer el amor".
Fue por ese entonces cuando contacté a un chico con el cual la dinámica resultó distinta, hablamos toda una tarde por chat, luego intercambiamos teléfonos, hablamos por WhatsApp a diario, porque él era muy presente y fue la tercera cosa que me atrajo de él (la primera fue su sonrisa y segundo su fogosidad), considerando que con todos los anteriores sólo habíamos hablado para coordinar lugar, hora y día.

Durante este corto tiempo (cuatro o cinco días) en los que conversábamos y nos contábamos cosas, empecé a mirarlo con otros ojos, como alguna vez me habían dicho a mí, lo había "humanizado" y ya no sabía si follar con él. A pesar de esto, seguí el plan, lo fui a buscar a su universidad, me lo traje a la casa y tuvimos rico sexo durante la mañana y parte de la tarde, en una sesión larguísima que ninguno de los dos podía creer. El tiempo se nos había pasado volando sin siquiera darnos cuenta.

Luego de esta gratificante experiencia le confesé - con algo de temor - que lo miraba con ojos genuinos, que me gustaría salir y no sólo limitarnos a mi dormitorio, cosa que, muy inesperadamente, él dijo compartir. Salimos esa misma semana a tomar té y comer a Lastarria, conversamos, nos confiamos cosas y detalles de nuestras vidas, caminamos por un parque para terminar besándonos cálidamente en un asiento de por ahí, entre abrazados y tomados de las manos para pasar el frío. Todo parecía ir creciendo, hasta que empezó a dar muestras de inestabilidad emocional, aludiendo problemas con su ex - un asunto que parecía no estar completamente resuelto - en los cuales se desquitaba conmigo y me reclamaba por cosas que yo no entendía.

Llegó un momento en que el nivel de estrés por intentar llevar una relación de forma tranquila y más afectuosa me superó, él se mostró enfocado en que lo hiciera gritar y a ratos parecía no importarle nada más que esa cara de lo que estábamos buscando construir. Fue así como me repetí varias veces "aléjate, es un pendejo cacho" y así lo hice, me fui y dejé de pretender ser el superhéroe.

jueves, 29 de mayo de 2014

Certain People I've Known V

Los negocios son negocios (Business are business)

Increíblemente, estar con un tipo distinto cada vez ya no me parecía tan desmoralizante, realmente estaba pasando por una etapa totalmente carente de ataduras, prejuicios y juicios posteriores ante mi inimaginable conducta. Eso sí, jamás, pero jamás usé a nadie ni dejé de cuidarme, la salud es algo con lo que no se juega. Como dice un pintoresco dicho: "sin gorrito, no hay cumpleaños".
 
En esta incansable búsqueda de placer, se dio la casualidad de que contacté a un tipo que físicamente era una víctima precisa, tenía que saber poseerlo, sí, tal cual, era un "gotta have it" dentro de este nuevo mapa que denominaremos superficialidad. No fue una tarea fácil, así que más decidido que nunca empecé a tentarlo con algunos comentarios y algunas fotos de mi verano por las costas del país. Ser directo y audaz siempre me había traído buenos resultados y esta no fue la excepción.

Él era un joven empresario, dueño de una nueva marca de productos, recién salidos al mercado como comida instantánea y que se comercializaban en supermercados pequeños. Su figura era muy atractiva, pero su singularidad radicaba en sus ojos y sus labios, ambos atributos le otorgaban una ternura única, pero que combinados con su bien conservada figura, me llamaban a pensar en lujuriosas aventuras
 
A los pocos días ya habíamos acordado juntarnos, aunque costó un poco agendar un encuentro, lo logré. La reunión sería antes del mediodía, a eso de las 11, por lo que tendría que madrugar (aunque si bien detesto levantarme temprano, el fin valía la pena), nos juntaríamos en la calle Marín - sí, la misma calle con la que un millón de veces junto a mis amig@s habíamos bromeado sobre la cantidad y distintos tipos de moteles que existían, pensando que nunca los conocería en persona - , pero qué equivocado estaba, iríamos a uno que él mismo se ofreció a pagar. 

Cuando iba caminando a la intersección donde habíamos quedado, miré hacia la vereda del frente y vi a un tipo apuesto caminar muy calmadamente, intenté mirarlo mejor a pesar de mi leve miopía para soñar con que era él, pero no fue un sueño, efectivamente nos miramos y dijimos "jajajaja, eres tú?". Caminamos lo que restaba, hablamos un tanto, me indicó que ya tenía el lugar visto, que había estacionado su camioneta unas cuadras más allá y que todo estaba arreglado.
Recuerdo que ese día tuve que ir con mi bolso deportivo, porque en la tarde, luego de mi trabajo haría mi rutina de ejercicios respectiva - como si no me fuera a bastar con el ejercicio matutino -, sólo entrar al lugar con tremendo bolso fue lo menos discreto que pudiera imaginarse, todo parecía sacado de un sketch de comedia, pero me dio igual, yo iba a liberar tensiones, no a estresarme.
 
La mujer que nos atendió estaba limpiando esta casa que tenía un aire antiguo - como prostíbulo se me imaginaba a mí - y por suerte no se espantó de ver dos hombres tan temprano ahí. Nos hizo esperar un momento y luego nos condujo al segundo piso, donde nos dio a escoger habitación. Luego nos preguntó qué queríamos - era súper cool, casi que sentí que era el cover de una discoteque - y al rato apareció con lo que habíamos pedido, en medio de los primeros besos que nosotros ya nos dábamos. Todo fue agradable, incluso estas escenas algo incómodas.

Descubrí que había un espejo en sentido horizontal a un costado de la cama, donde podías ver la cara ridícula que pones cuando estás caliente mientras te follas a tu hombre o cuando dejas que te atienda en tus zonas erógenas. Él era algo torpe, pero muy gozador, exigiente y aguantaba mi brutalidad. Una de las cosas que me gusta de tirarme hombres es que no siempre tienes que ser cuidadoso, no son una flor a la que debes mirar hasta con cierta cautela, no, con ellos puedo ser salvaje - y sé que les gusta -.

Finalmente luego de mucho disfrutar, de una ducha, de una nueva ronda de juego y finalmente una ducha muy rápida, decidimos marcharnos entre besos y caricias de deseo, impregnándonos de alegría, energía y unas ganas enormes de que el día entero permaneciera en ese estado de euforia.

PD: Las toallas de los moteles no siempre son de lo mejor, debo mencionarlo; OJO!